1. Contexto histórico etnográfico, población y ubicación geográfica.
La
población garífuna habita en la Costa Atlántida, entre Belice y Nicaragua,
distribuidos en 43 pueblos y aldeas. En Honduras existen aproximadamente unos
100,000 garífunas.
Extensos
núcleos poblacionales garífunas se encuentran en las más importantes ciudades
de Honduras: Tegucigalpa, San Pedro Sula y El Progreso, así como en la vieja
capital de Belice, Nueva York, Nueva Orleáns, Los Angeles, Miami y otras urbes
norteamericanas.
En
Honduras, los garífunas se concentran a lo largo de la Costa Norte del país,
desde Masca, departamento de Cortés, hasta Plaplaya, departamento de Gracias a
Dios. También existen seis centros urbanos en Belice, una comunidad en
Guatemala y dos en Nicaragua. Por ubicarse en la zona tropical, gozan de un
clima cálido.
De
acuerdo a fuentes históricas, en 1655 naufragaron frente a las costas de San
Vicente dos buques españoles que transportaban esclavos desde Africa. Los
africanos náufragos se refugiaron en el terreno montañoso de la isla de San
Vicente. Los documentos británicos que registran el evento, mencionan otro
naufragio ocurrido en 1675; durante la misma época comenzó la fuga de esclavos
desde las islas vecinas hacia San Vicente, especialmente desde las plantaciones
coloniales de Barbados. San Vicente y Dominica se convirtieron en territorios
neutrales en manos de los caribes.
Los
recién llegados africanos convivieron con los caribes insulares a cuya sociedad
se integraron participando parcialmente en las incursiones guerreras de
aquéllos. En pocos años adoptaron sus costumbres, estructuras familiares y su
lenguaje, el igñeri. Los europeos que se establecieron paulatinamente, trajeron
más africanos como esclavos para que realizaran la mayor parte del trabajo,
especialmente agrícola. Los caribes isleños opusieron resistencia en defensa de
sus islas pero solamente lograron conservar dos, Dominica y San Vicente o
Yolome (Yurume) como la llamaban. Los europeos, en su afán por consolidarse en
la región, continuaron atacando poblados, con frecuencia haciendo cautivos, en
su mayoría africanos, que luego eran puestos a trabajar. Muchos de los
africanos, adoptaron la forma local de vida, tomaron mujeres caribes por
esposas y establecieron sus propias familias. Algunas de las costumbres
africanas se preservaron y se mezclaron con las costumbres caribes.
Como
producto de esta unión se originó una población nueva, que comenzó a competir
por la tierra y el poder con los caribes.
Actualmente,
en Honduras, Guatemala y Belice, se les conoce como garífunas y en la isla de
Dominica como Karaphuna, la cual se acerca más a la palabra original con la que
se les denominaba. Más correctamente, se llaman garinagu.
Hacia
1750 los caribes negros de San Vicente eran numerosos y bastante prósperos.
Tenían cabecillas guerreros, algunos con varias esposas. Los hombres se
dedicaban a la caza y a la pesca y viajaban a las islas cercanas para cambiar
tabaco y canastas por armas, municiones y otros artículos manufacturados en Europa.
Las mujeres realizan las labores domésticas y la mayor parte del trabajo
agrícola. Algunas familias iniciaron el cultivo de algodón para exportar,
utilizando esclavos africanos capturados para complementar la mano de obra de
las mujeres. Para entonces, se instalaron en San Vicente los colonos franceses
y no había suficiente tierra para todos, lo que pronto generó problemas. En
realidad, para los caribes resultaba ventajoso comerciar con los franceses, no
sólo en Sn Vicente sino también en las islas vecinas: Martinica, Santa Lucía y
Granada.
En
1763, los ingleses empezaron a llegar a San Vicente en mayores cantidades y,
durante los años siguientes emplearon todas las artimañas para lograr que los
garífunas cedieran sus tierras fértiles para sembrarlas con caña de azúcar.
Intentaron la persuación, el ardid, la compra y, por último, los provocaron
hasta llegar a la guerra declarada. Los franceses simpatizaron con los negros y
les ayudaron a librarse de su enemigo común. La lucha continuó, con algunos períodos
de calma, durante 32 años.
En
1775, los ingleses decidieron terminar el conflicto y apropiarse de toda la
isla (San Vicente) mediante una mayor fuerza militar. De acuerdo a fuentes
históricas, sus propios esclavos les ayudaron a combatir a los caribes negros
pues, aceptando el punto de vista de sus amos, tenían un gran temor a lo que
consideraban gente "primitiva". Hacia el verano de 1796 los franceses
se rindieron, pero los caribes continuaron la lucha. Los ingleses quemaron sus
casas, sus canoas y sus siembras; entonces los caribes, enfermos y casi muertos
de hambre, también se rindieron. Un total de 4,644, entre hombres, mujeres y
niños, fueron capturados y enviados a la isla de Balliceau hasta que se
decidiera su destino. Mientras estuvieron allí, bajo precarias condiciones de
vida, más de la mitad murió, probablemente de fiebre amarilla. Las tropas
inglesas y negras también fueron presas de la enfermedad, pero no murieron en
una proporción comparable, quizá debido a que los ingleses estaban mejor alimentados
y que los negros habían quedado inmunizados durante su infancia africana.
En abril de 1797, los garífunas fueron expulsados de San Vicente y conducidos en un convoy naval británico hacia la isla de Roatán y, posteriormente, al puerto de Trujillo, donde arribaron el día 22 de abril. Tradicionalmente se calculó su número en 5,080 personas, entre hombres, mujeres y niños. Recientemente, investigaciones antropológicas estiman como más probable la cantidad de 2,500 a 3,000 personas deportadas.
En abril de 1797, los garífunas fueron expulsados de San Vicente y conducidos en un convoy naval británico hacia la isla de Roatán y, posteriormente, al puerto de Trujillo, donde arribaron el día 22 de abril. Tradicionalmente se calculó su número en 5,080 personas, entre hombres, mujeres y niños. Recientemente, investigaciones antropológicas estiman como más probable la cantidad de 2,500 a 3,000 personas deportadas.
Poco
después de llegar a Trujillo, algunos hombres exploraron la costa en dirección
a Belice y hacia Nicaragua. El palo de Campeche (o palo de tinte) y la caoba
eran los principales artículos de exportación y, a los ingleses, dedicados al
corte de madera, les agradó darle trabajo a los garífunas que se aventuraran
por Belice. Los misquitos, por ese entonces llamados zambos, que vivían al este
de Trujillo en el territorio conocido como La Mosquitia, eran aliados de los
ingleses y enemigos declarados de los españoles. Amistosos con los garífunas al
principio, les ofrecieron consejos y ayuda. Hacia 1807, los garífunas tuvieron
desacuerdos con el régimen español y muchos de ellos abandonaron Trujillo,
estableciendo aldeas en la "Costa arriba" hasta la altura del río Patuca
y, quizá, más allá. Otros de ellos se desplazaron al noroeste, hacia lo que
conocían como La Buga o "La Boca", es decir, el poblado de Livingston
en la boca del río Dulce, así como también a Dangriga (anteriormente, Stam
Creek).
En
Centroamérica, el corte de madera y el contrabando eran las principales
ocupaciones de los ingleses y, los garífunas, pronto fueron conocidos por su
habilidad en ambas actividades. Sus canoas podían verse en cualquier punto de
la costa y sus lagunas. Sus aldeas, que cubrían los puntos de la costa donde
pudiera encontrarse trabajo, se agrupaban alrededor de Omoa y Trujillo en
Honduras, cerca de San Felipe y el "Golfete"del río Dulce, Livingston
y Santo Tomás en Guatemala, así como el poblado conocido por los ingleses como
"Caribe Town" en Belice; conocido una vez como Stann Creek, fue
bautizado en 1975 con el nombre de Dangriga, en honor a los garífunas. También
atrajo población garífuna el corte de madera cerca de Limón, Black River, ahora
Palacios, y las lagunas de Brus y Caratasca en Honduras. Se establecieron cerca
de La Ceiba y Tela hasta el comienzo de la industria bananera, a finales del
siglo XIX. Erigieron aldeas a orillas de la playa, en las que siempre
permanecían las mujeres y los niños, mientras que los hombres viajaban para
ganar el sustento; aunque al principio, las mujeres los acompañaban a los
campamentos.
2. El aspecto sociocultural y religioso
El
origen garífuna manifiesta una múltiple herencia cultural que, actualmente, se
manifiesta en todos sus aspectos.
Los
principales elementos característicos de los garífunas son: un lenguaje de
origen amerindio con cierta influencia francesa, española e inglesa; un
elaborado culto ancestral cuyos ritos están a cargo de curanderos. La base de
este culto lo constituyen arraigadas creencias que giran alrededor de la
convicción de que los ancestros difuntos interfieren en la vida cotidiana de
sus descendientes. La frecuente y obligada participación de estos cultos a
nivel de familias ampliadas y clanes está causando una sólida coherencia
racial, por encima de divisiones y desuniones, por lo general, de índole
socioeconómica. La concepción garífuna del mundo representa un sincretismo
entre elementos amerindios y africanos, siendo, en el pasado, poco influenciado
por factores externos. A partir de los años treinta se comenzó a registrar la
presencia concientizante de la Iglesia Católica, seguida después de la II
Guerra Mundial, por iglesias evangélicas y otros grupos.
3. La vivienda
En
la construcción de sus viviendas, los garífunas saben combinar una diversidad
de materiales que les proporciona su entorno, con los que ofrece el comercio:
bahareque, yagua, caña brava y bloque. El techo mas común es el de paja, aunque
utilizan mucho el zinc. Las casas cuentan con una o dos habitaciones y una
sala; normalmente se construye la cocina-comedor, aparte, pieza que también es
utilizada como bodega. Es común, en casi todas las comunidades, la tendencia a
reemplazar el estilo tradicional de las viviendas por las de tipo moderno. Son
precisamente los migrantes los que prefieren "modernizar" su
vivienda; "si bien esto de modernizar las viviendas ha hecho que se pierda
lo tradicional, ha contribuido, en parte, a que la salud mejore. Hay menos
humedad en el invierno ya que los suelos han sido reemplazados por pisos con
ladrillos de cemento". La transformación de las viviendas se observa más
en aquellas comunidades cercanas a las ciudades.